La historia de Armenia se inicia con las culturas neolítica del sur del Cáucaso, tales como la cultura Shulaveri-Shomu, seguido de las culturas Kura-Araxes y Trialeti en la llamada edad de bronce.
La Edad de Hierro duró desde el siglo IX hasta el 585 a. C. con el Reino de Urartu, cuando fue sustituido por la dinastía Oróntida. Tras el dominio del imperio persa y del imperio macedonio, la Dinastía Artáxida dio origen al Reino de Armenia en el año 190 a. C. Este reino tuvo su máxima influencia durante el reinado de Tigranes II, antes de caer bajo el dominio romano.
En el año 301, la Armenia arsácida fue la primera nación soberana en aceptar el cristianismo como religión de estado y esta unión entre estado y religión se mantendría hasta la actualidad, pues la Iglesia apostólica armenia siempre ha sido una gran defensora del nacionalismo armenio. Los armenios cayeron más tarde bajo dominio de los bizantinos, y la hegemonía islámica, pero restableció su independencia con la dinastía Bagrátida. Después de la caída del reino en 1045, y la posterior conquista de Armenia por parte de los turcos selyúcidas en 1064, los armenios establecieron un reino en Cilicia, donde establecieron relaciones cordiales con los europeos y prolongada su existencia como entidad independiente hasta 1375.
La llamada Gran Armenia fue más tarde dividida entre el Imperio otomano y el Imperio ruso. A finales del siglo XIX y principios del XX los armenios sufrieron un genocidio por parte de los otomanos. Como resultado, 1,5 millones de armenios fueron asesinados, y el resto de los armenios occidentales se dispersaron por todo el mundo a través de Siria y el Líbano.
La actual Armenia, cuyo territorio actual corresponde a gran parte de Armenia oriental, obtuvo la independencia una vez más en 1918, con el establecimiento de la República Democrática de Armenia, y luego en 1991, con la República de Armenia.