La Revolución Gloriosa fue el derrocamiento de Jacobo II en 1688 por una unión de Parlamentarios y el Estatúder holandés Guillermo de Orange. Algunas veces también se llama la Revolución Incruenta, aunque hubo combates y pérdidas de vidas humanas en Irlanda y Escocia.1 Los historiadores católicos y tories prefieren el término «Revolución de 1688», ya que «Gloriosa» o «Incruenta» reflejarían los prejuicios de los historiadores whig.2
La Revolución está fuertemente asociada con los sucesos de la Guerra de los Nueve Años de la Europa Continental, y se puede ver como la última invasión con éxito de Inglaterra.3 Puede argüirse que con el derrocamiento de Jacobo comenzó la democracia parlamentaria moderna inglesa: el monarca nunca volvería a tener el poder absoluto, y la Declaración de Derechos se convertiría en uno de los documentos más importantes de Gran Bretaña. La deposición del monarca católico Jacobo II acabó con cualquier oportunidad de que el catolicismo fuese restablecido en Inglaterra; y también condujo a la tolerancia de los protestantes no conformistas.