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Aplicación del diccionario "El quehacer rural" dedicado al mundo campesino.
Las raíces de mi hogar fueron labriegas. Mi familia trabajaba la tierra en el pueblo de Santomera, situado en la linde entre la fértil huerta murciana, regada por el río Segura, y el árido campo de secano. Y aquellas manos, dolidas por la endémica aspereza de un terruño tan seco -y por ende pobre-, fueron entregando en el surco la semilla para el cuaje del tallo y de la planta, ¡que tantas veces no fue posible! Las nubes "pasaban" sin dejarnos esa caricia fecunda, ¡que apenas recibimos! En ese ambiente me criaron y crecí. Pude ver y sufrir el desgarro de aquella emigración de los míos, que fue poblando de silencio nuestro campo solitario.
Mi grano de arena -recogido de diversos lugares y autores- solamente quiere ser un modesto tributo a nuestra vivencia entrañable. "Abuelo, y esta palabra, ¿qué quiere decir?."
En este Diccionario, al que he dado el título de El quehacer rural, he querido recoger las palabras -cada vez menos usadas- de ese marginado y olvidado mundo labriego, y con ellas he querido recoger también las vivencias, las propias y las de otros muchos que nacieron en mi tierra murciana y en otras tierras españolas o ultramarinas pero habitadas por hispanos.
Aunque confío en que la lectura de esta obra puede ser de alguna ayuda para los más jóvenes, me parece aún más necesaria la transmisión oral de los padres y de los abuelos -sobre todo de estos últimos-, para que sus hijos y nietos puedan conocer de primera mano esas vivencias inolvidables que constituyeron, y constituyen todavía en muchos lugares de España y del mundo, una de las modalidades más antiguas, más perdurables y más profundas de la vida humana en la naturaleza: el quehacer rural.
Antes, debo decir que...
Nunca he querido mirar
de manera diferente
al nacido en Cataluña,
como al gallego, en Poniente.
Y lo mismo al pueblo vasco,
cuyo vínculo me prende;
así como a los astures,
cántabros y aragoneses.
Abrazando a riojanos,
de Castilla, y leoneses,
manchegos, como extremeños
y andaluces, que me ofrecen.
Linderos y cercanía,
al igual que por el Este,
ese pueblo valenciano,
cautivo de un sol naciente.
Mas sin poder olvidar
Baleares del Oriente;
y, por más lejos, ¡muy cerca!,
Canarias, que vibra y siente.
Más allá del Mare Nostrum,
ese Atlántico imponente,
brindándoles sus latidos,
que al recibirlos, comprenden.
En el hispano decir
que llevaron nuestras gentes;
América, Centro y Sur,
Latina toda se siente.
Pues que al igual les miramos
teniendo a todos presentes:
melillenses o ceutíes
ya que Hispanïa vive, ¡siempre!
También entre los murcianos,
aunque haya sed, ¡tantas veces!;
pero en honda cercanía,
Murcia es abrazo, y ardiente.
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Murcia, 20 de febrero de 2011,
dia de mi nonagésimo cumpleaños
Manuel Campillo Laorden